Salí de casa rumbo a la clínica con mi hija Génesis. Tomamos el bus,  después el tren y por último caminamos por unos  20 minutos para llegar a tiempo a la clínica.  Al llegar a la clínica y ver que todo estaba bien, mi doctor me dijo que me fuera directo al hospital lo más pronto posible. Salí de la clínica preparándome mentalmente para lo que se venía: la primera cita con mi bebé Sasha. 

Al llegar a casa,  le dije a mi esposo "Ya tengo los dolores de parto, tenemos que ir al hospital ¡Ahora mismo!". Mi esposo estaba confundido y estresado por su carro.  Tome mi bolso con todo lo que necesitaba para estar internada 3 dias en el hospital, y  llame a mi amiga  Lizeth,  quien más tarde me acompañó al hospital. 

Tan pronto como llegamos al hospital, la enfermera me informó que el doctor no había llegado. Las contracciones eran cada vez más fuertes y tardaban más tiempo. Mi amiga trato de distraerme pero yo no podía concentrarme. Entre en la "zona de desesperación" y comencé a pujar. Mi amiga corrió a buscar a la  enfermera, yo  estaba acostada en la cama esperando  dilatar más, pero el dolor era muy intenso, yo estaba más que lista  para conocer  a mi hija y ella no podia esperar mas, queria salir.

Ella estaba casi fuera de mi cuerpo cuando el doctor entró al cuarto donde yo estaba, y me pregunto ¿Cómo  te sientes? Con dolor, le respondi. 

Todo pasó tan rápido, en un abrir y cerrar de ojos,  mi hija Sasha estaba en mis brazos. La conocí por primera vez. Ella me miró con esos ojos enormes y redondos como una hermosa luna brillante en el intenso cielo azul. Sus pestañas eran largas y su cabello era lacio y suave como seda. Sus manos eran tan pequeñas y tiernas, adornadas con unas uñas  tan frágiles. 

La abraze. Le di un beso. Con alegría en el corazón le dije "¡Bienvenida a la vida bebé!"

Hoy mi hija está cumpliendo 12 años, y aunque la edad no es nada más que números vividos en este planeta, en mi corazón no transcurre el tiempo. El amor de madre es infinito. 

¡Feliz cumpleanos Sasha!